Salir del portal con esa misma sensación que en pocos
segundos termina congelándose. Empieza a oscurecer. Cada día unos minutos más
tarde pero todavía demasiado temprano para mi gusto.
A los pocos pasos la primera candidata. Dulce miel de
colmena que pasa de largo buscando a su abeja reina. Pasan unos segundos en los
que mi alma se vacía a cada pisada. Necesito recuperar parte de la energía que
con el paso de los días se esfuma, y me aleja de aquello que un día llegué a
ser.
Vuelves a llegar otra vez. La frecuencia de mis pasos
disminuye. Despacio sin detenerme. La oscuridad apenas me deja apreciar el
color. Solo la casualidad hace coincidir la luz tenue del farol con ese azul
cían que debiste robar a la claridad de una mañana de primavera. Y durante unos
segundos consigo volar por el cielo. Llego más alto de lo que podía imaginar,
tan alto que consigo acariciar con mis dedos las nubes donde tantas veces he
soñado que jugaba a ser libre.
Adoro este momento del día. Mi cuerpo y mi alma vagan por
las calles. Solo tratan de alimentarse con aquello que es esencial a cada ser.
Jugar y disfrutar como el más ingenuo niño que lanza solitario su pelota contra
la pared. Ser a la vez tímido y provocativo, interesante y anodino, inseguro y
decidido, misterioso y cristalino.
Mis labios se refugian entre las rayas de mi bufanda. El
frío se cuela por mis vaqueros rasgados haciendo que no me detenga. Mis manos,
tapadas a la mitad por los bolsillos. Y llega ese momento tras largo tiempo de
espera. Es ese color con el que pintas la esperanza. Esperanza que me alimenta
para seguir cada día. En apenas segundos puedo llegar hasta ti. Nos separan
unos metros pero te siento, eres mía, solo durante este instante. Verdes como
la extensa pradera que va desde los pies hasta la cima de la más frondosa
colina. A que preciosa esmeralda dejaste sin brillo, que famoso pintor te coloreó
con tanta perfección de su talentosa paleta. Tantas noches de fantasía que hoy
tu mirada me devuelve a la vida. Ya puedo volver a mi casa. Y vuelvo pensando
en tu mirada. Pienso que el amor no se dice en las palabras. Hoy descansaré de
la angustia que me hace deambular cada anochecer de este invierno que no acaba.
Saber que el amor nace al doblar cualquier esquina, del cruce inesperado de
nuestras miradas.
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