Ese aroma envuelto en mis manos,
lo huelo, lento, muy muy lento,
y te recuerdo. Es la fragancia
que escapó anoche de tu cuello.
Musitaba entre acordes de jazz
y sorbos cortos de ron añejo,
buscando la silueta que dejó
tu cuerpo al roce de mis dedos.
Ahora sobra espacio en mi cama,
fría sin compañía, sin besos
ni caricias. Y yo taciturno
y algo idiota, de nuevo te siento
cuando sin querer respiro
tu perfume impregnando mis dedos.
Poco a poco quedo atrapado
en sueños creados por tu anhelo.
Y mañana al despertar gélido
del alba, recorrerá por mis huesos
un escalofrío. Estremeciendo
hasta el último de los recuerdos
que se borraron, al acariciar
las sábanas con mis dedos,
creyendo que eran tus labios
los que desnudaban mi cuerpo.
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