Tanto tiempo perdido en el pasado
que se me olvido lo más importante,
que la vida sigue, paso tras paso,
veloz sin detenerse ni un instante.
Impasible no se detiene, y mientras yo,
cegado por las lagrimas que regaron
mis mejillas con el amargo sabor
del café que dejó el paso de los años.
Necio, creí que no me haría daño,
guardé en una caja acorazada
lo malo. Y quedé a un lado sentado
esperando la llave que liberara
el dolor que a pequeños tragos
sorbía en cada esquina de mi alma.
Por suerte hoy, lucho, armado
con sonrisas de dulce caramelo.
Volar más alto que los pájaros,
soñar dormido y despierto,
reír a carcajadas de payaso,
saborear el gusto de lo bueno.
Una palabra bañada en dorado
es mi única fuente de energía,
brillando siempre en lo más alto
siendo el sol que ilumine cada día.
Tiempo de disfrutar, un regalo
que descubrir a cada segundo,
tiempo sin miedos en vano,
tiempo de hoy y de futuro.
Recuperando poesías de tiempo atrás.